Iglesia Adventista Hispana de Killeen

Solo un hombre puede cambiar tu vida, su nombre es Jesús.

Esperanza

8 Esperanza.

“Mientras hay vida, hay esperanza”. Este dicho popular refleja la importancia que tiene la esperanza para los seres humanos. Ésta es como la llama que nos ayuda a mantenernos vivos en los momentos más difíciles. Como la proverbial luz al final del túnel, la esperanza nos anima a seguir luchando, a no darnos por vencidos. Permite que nos mantengamos de pie emocionalmente cuando las circunstancias podrían derrumbarnos.

La esperanza tiene dimensiones tanto espirituales como psicológicas. Espiritualmente, la esperanza tiene que ver con la fe, con creer y tener confianza en algo, aunque no lo veamos. Desde el punto de vista de la Psicología, la esperanza se relaciona con las metas y el sentido de agencia personal. Se define como un conjunto de ideas y creencias que nos ayudan a encontrar caminos para alcanzar nuestras metas y nos dan confianza en que tenemos la capacidad para lograrlas.

"Cada vez hay más personalidades en el mundo científico que consideran que la esperanza y el optimismo ejercen una gran influencia en la salud.

Una actitud positiva y esperanzada para afrontar algunas enfermedades puede ayudar a paliarlas.

Aunque sabemos que la causa y el desarrollo de la mayoría de las enfermedades tienen un componente estrictamente fisiológico, también la experiencia nos ha mostrado muchos casos en los que las "ganas de vivir" han prolongado increíblemente la vida de algunos pacientes y contribuido a ralentizar el avance de la enfermedad.

En el polo opuesto, también es frecuente el caso de personas ancianas que pierden las ganas de vivir por alguna razón, generalmente por el fallecimiento de sus parejas y empeoran drásticamente en su salud, llegando a morir en un corto periodo de tiempo" (Pérez, 2009, para. 8-10)

Es muy cierto también que la disposición mental afecta para bien o para mal el desempeño de nuestro organismo.

Por ejemplo una persona depresiva y malhumorada se la pasara más tiempo enferma que una que ve todas las cosas de forma positiva. La mayoría de las enfermedades físicas provienen de la mente.

Los enfermos que desean sanarse tienen más posibilidades que aquellos que ya perdieron toda esperanza, por eso es necesario tratar de mantener un equilibrio entre la parte física, mental y espiritual, hay que tratar de tomar las cosas con calma y relajarse, tratar de ser feliz y sobre todo no guardar resentimiento hacia los demás.

La fe y la esperanza de que las cosas que estén mal puedan solucionarse hacen que el ser humano encuentre alivio y pueda lidiar con todo lo que es inexplicable. Al mismo tiempo, nos dan una rutina para tener en cuenta en nuestras vidas cotidianas, tratando de aplicar estos elementos a diferentes situaciones de nuestra vida, especialmente en el trato con otras personas, en los vínculos sociales, en la compasión, el acompañamiento y en la tolerancia respecto de las necesidades de los demás.

El poder de la esperanza

De hecho, la esperanza se volvió objeto de estudio de la ciencia en las últimas décadas, con diversas investigaciones que muestran sus efectos positivos. La primera cosa que los investigadores afirman es que la esperanza es el resultado de decisiones y elecciones. Y una cosa es cierta: la esperanza tiene poder sobre la mente y el cuerpo.

El interés de psiquiatras, psicólogos y médicos en la esperanza se debe a su potencial de cura y realización. El investigador estadounidense Charles Snyder, autor del libro The Psychology of Hope [La psicología de la esperanza], lanzado en 1994, entiende la esperanza como una idea motivacional que posibilita a una persona para que crea en resultados positivos acerca de sus metas y Según él, la persona que tiene esperanza logra desarrollar estrategias de vida y de supervivencia de forma más eficaz, y reúne motivación para ponerlas en práctica.

En el área de la salud, las investigaciones han demostrado que el sentimiento de esperanza ejerce gran influencia en eliminar o reducir problemas físicos y psicológicos antes de que sucedan. Es decir, el sistema inmunológico y hormonal de la persona llena de esperanza es más eficaz. Las investigaciones de Snyder comprobaron que la esperanza ayuda al individuo a reaccionar positivamente en caso de enfermedades y lesiones. Esas personas son más fuertes en tolerar el dolor. El psicólogo comprobó que los portadores de esperanza tienen más capacidad o habilidad adaptativa para resolver sus problemas. La esperanza realmente tiene poder.

La emoción o el sentimiento de esperanza, por lo tanto, es capaz de promover no solo la salud mental, sino también física. Algunos psicólogos relacionan la depresión con la ausencia de esperanza, situación en que la persona no ve más solución para sí misma.

Pero, para muchos investigadores la esperanza es solamente una cuestión de “pensamiento positivo”; algo que nosotros mismos producimos. Eso ocurre cuando se ignora el origen y el mecanismo general de esa emoción. Desde finales de la década de 1990, él ha estudiado la esperanza científicamente, y ha demostrado su fuerte dimensión espiritual y religiosa. Scioli comprobó que la esperanza está ligada a virtudes como paciencia, gratitud, amor y fe. Y estas son virtudes originalmente bíblicas. El investigador afirma que la esperanza no establece vínculo solamente con el prójimo, sino sobre todo con un Ser superior, es decir, con Dios. Eso muestra que la verdadera esperanza es diferente del optimismo o el pensamiento positivo. La esperanza liga a la persona con un Dios personal que es fuente de poder.

En la Biblia, el apóstol Pablo destaca la esperanza como una de las tres virtudes principales del cristianismo, juntamente con la fe y el amor. “Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor” (1 Corintios 13:13). Por medio de esa virtud, los cristianos desean y esperan en Dios una vida superior y eterna que será alcanzada en el Reino de la gloria. En cuanto enfrentan luchas y desafíos, los cristianos cuentan con las tres virtudes esenciales como una protección segura. Pablo dice: “estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5:8; énfasis añadido).

La palabra “esperanza” existe en la mayoría de los idiomas, lo que sugiere que ninguna cultura puede vivir sin esperanza. En la Biblia, es usada más de cien veces, y lo que más llama la atención es que la esperanza bíblica no es meramente fruto del pensamiento positivo. No es algo que las personas tienen en sí mismas ni una fuerza especial que algunos reciben al nacer. La esperanza es algo que las personas desarrollan en su relación con Dios.

Tres cosas se destacan en la esperanza según la Biblia. Primero, las personas esperan la solución de sus problemas en Dios. El salmista dice: “Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza” (Salmo 62:5). “Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios” (Salmo 146:5). Las personas trabajan y se esfuerzan, pero cuentan con el poder de Dios al enfrentar y superar los desafíos y los peligros de la vida. “Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán” (Isaías 40:31). Además de eso, los personajes bíblicos consideran a Dios como su propia esperanza. En el Salmo 65:5, leemos: “Tú, oh Dios y Salvador nuestro [...] tú eres la esperanza de los confines de la tierra”. El profeta Jeremías dice: “Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él” (Jeremías 17:7). Dios es la esperanza misma, en el sentido de que él es la fuente del poder deseado y esperado.

Un tercer aspecto importante de la esperanza es que lleva a las personas a tener confianza en relación con el futuro. Los hijos de Dios viven intensamente el presente, pero saben que la vida no se restringe a esta Tierra. Hay una realidad superior y eterna después de esta. El mismo Dios afirma: “Se vislumbra esperanza en tu futuro” (Jeremías 31:17). Las promesas de Dios son fuente de esperanza y certeza. "(Ivan Saraiva, 2015, Esperanza  Viva" Cap 1, para. 7-17)

Por lo tanto, la expectativa de aquellos que tienen esperanza en Dios es tremendamente positiva. Por eso, ellos enfrentan los desafíos con optimismo y reúnen más fuerzas en todos los sentidos, según lo confirman las investigaciones mencionadas. La esperanza tiene poder.