Iglesia Adventista Hispana de Killeen

Solo un hombre puede cambiar tu vida, su nombre es Jesús.

Diáconos y Diaconisas

Los Diáconos

La obra del diaconado se describe en el Nuevo Testamento, donde se emplea el término griego diakonos, del cual deriva la palabra «diácono». Este vocablo griego es traducido como: «servidor», «ministro», «asistente»; y entre los cristianos adquirió el significado especializado que ahora se le atribuye a «diácono». Los hombres que llegaron a ser conocidos como los siete diáconos de la iglesia apostólica fueron elegidos y ordenados para servir en los asuntos prácticos de la iglesia (ver Hech. 6: 1-8). Los requisitos que debían cumplir, ligeramente menos exigentes que los de los ancianos, son enumerados en 1 Timoteo 3: 8-13.

La junta de diáconos.

Cuando en una iglesia exista un número suficiente de diáconos, se constituirá una junta de diáconos, con el director de diáconos como presidente y con otro diácono como secretario. Esta junta es la encargada de la distribución de responsabilidades y de la coordinación de sus aportaciones al bienestar de la congregación. Esta junta servirá también para capacitar e instruir en sus deberes a los nuevos diáconos.
Los diáconos tienen que ser ordenados. Quien sea elegido diácono por primera vez no podrá desempeñar sus funciones hasta que no haya recibido la ordenación de un pastor ordenado que tenga sus credenciales en vigor emitidas por la asociación.
El sagrado rito de la ordenación tiene que caracterizarse por la sencillez y debe realizarse en presencia de la iglesia. El pastor puede presentar un breve resumen de la función bíblica del diaconado, de las cualidades requeridas para el servicio y de las principales funciones que los diáconos están autorizados a realizar. Tras presentar una breve exhortación a la fidelidad en el servicio, el pastor, asistido por un anciano cuando ello sea aconsejable, ordena al diácono mediante la oración y la imposición de manos (ver manual de iglesia p. 27).
Si el diácono ha mantenido su comunión con la iglesia, una vez que ya ha sido ordenado, no es necesario ordenarlo nuevamente, aunque haya venido trasladado de otra iglesia. Si al terminar el año eclesiástico la iglesia desea que continúe sirviendo como diácono, deberá reelegirlo a fin de que pueda continuar oficiando como diácono.
Si un anciano es nombrado diácono, no necesita ser ordenado al diaconado, puesto que su ordenación como anciano cubre esta función.
 

Limitación de las funciones de los diáconos.

Un diácono no está autorizado a presidir la Cena del Señor, ni bautismos, ni una reunión administrativa, ni puede ser oficiante de una ceremonia matrimonial, y tampoco puede oficiar en la admisión o el traslado de miembros.
Si una iglesia no dispone de alguien autorizado para cumplir esas funciones, el director de la iglesia tiene que solicitar el consejo y la asistencia de la asociación.
 

Deberes del diácono.

La obra de los diáconos abarca una amplia gama de servicios en favor de la iglesia, como:
1. Colaborar en los servicios y las reuniones. Los diáconos son generalmente los responsables de dar la bienvenida a los miembros y a los visitantes, y de ayudar, cuando sea preciso, a que todos los asistentes encuentren asiento. También cooperan con el pastor y los ancianos con el fin de que las reuniones llevadas a cabo en la iglesia se desarrollen sin contratiempos.
2. Visitar a los miembros. En muchas iglesias, la visitación se organiza agrupando a los miembros por zonas y asignando una a cada diácono, con el objetivo de que cada hogar sea visitado al menos una vez al trimestre.
3. Colaborar en los servicios bautismales. Los diáconos se ocupan de los preparativos necesarios para la ceremonia bautismal (ver manual de iglesia p. 39).
4. Colaborar en el servicio de comunión. En la ceremonia del lavamiento de los pies, los diáconos y las diaconisas facilitan todo lo necesario: toallas, palanganas (jofainas o lebrillos), agua y baldes. Después del servicio, se ocupan de que los recipientes y las toallas sean lavados y debidamente guardados. Después de la Cena del Señor, los diáconos y las diaconisas han de ejercer mucho cuidado en cuanto al destino dado a cualquier resto del pan o el vino que haya sobrado, que deberá ser desechado con el debido respeto.
5. Atender a los enfermos, a los pobres y a los necesitados. Los diáconos y las diaconisas tienen la misión de atender a los enfermos, a los pobres y a los necesitados, y han de mantener a la iglesia informada de sus necesidades y recabar el auxilio de los miembros. El dinero necesario provendrá del fondo de pobres y necesitados de la iglesia local. El tesorero, por acuerdo de la junta directiva, entregará a los diáconos, o a las diaconisas, los recursos que se requieran para los casos de necesidad.
6. Cuidar y mantener las propiedades de la iglesia. En las congregaciones donde el cuidado y mantenimiento de las propiedades de la iglesia no hayan sido asignados a una comisión de mantenimiento, los diáconos y las diaconisas asumirán dichas responsabilidades (ver nota 4, manual de iglesia p. 184).

Las Diaconisas

Las diaconisas estaban incluidas entre los dirigentes regulares de la iglesia cristiana primitiva. «Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea. Recibidla en el Señor, como es digno de los santos, y ayudadla en cualquier cosa en que necesite de vosotros, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo» (Rom. 16: 1-2).
Las diaconisas tienen que ser elegidas tomando en cuenta su consagración y otras cualidades que las capaciten para desempeñar las funciones
correspondientes.
La Asociación Ministerial del campo local, en coordinación con los departamentos, promueve el entrenamiento y la capacitación de las diaconisas. Sin embargo, el pastor, junto con sus ancianos, es el principal responsable de la capacitación de las diaconisas (ver nota 3, manual de iglesia p. 184).
 

La junta de diaconisas.

Cuando una iglesia elija varias diaconisas, debe constituirse una junta de diaconisas, con la directora de diaconisas como presidenta y otra diaconisa como secretaria. Esta junta tiene autoridad para asignar funciones a cada una de las diaconisas, y coopera estrechamente con la junta de diáconos, especialmente en la tarea de dar la bienvenida a los miembros y los visitantes, y en la visitación de los hogares (ver manual de iglesia pp. 70-72). Esta junta servirá también para capacitar e instruir en sus deberes a las nuevas diaconisas.

Limitaciones de las funciones de las diaconisas.

Las diaconisas no están auto rizadas a presidir ninguna de las ordenanzas de la iglesia, ni las reuniones administrativas, ni pueden ser oficiantes de una ceremonia matrimonial, y tampoco pueden oficiar en la admisión o el traslado de miembros.
Si una iglesia no dispone de alguien autorizado para cumplir con las funciones anteriores, el director de la iglesia tiene que solicitar el consejo y la asistencia de la asociación.
 

Deberes de las diaconisas.

Las diaconisas sirven a la iglesia dentro de una amplia gama de importantes actividades, incluyendo:
1. Saludar y visitar a los visitantes y a los miembros. En muchas iglesias, las diaconisas colaboran en el saludo a los visitantes y a los miembros en las reuniones y en la visitación de sus hogares cuando ellos no pueden asistir a los cultos.
2. Colaborar en las ceremonias bautismales. Las diaconisas atienden a las damas que se van a bautizar, antes y después de la ceremonia. También
aconsejan y ayudan, en lo concerniente a la vestimenta adecuada para el bautismo. Debe disponerse de túnicas bautismales de tejidos adecuados. Cuando se usen túnicas, las diaconisas deben encargarse de que sean lavadas y debidamente guardadas (ver manual de iglesia p. 39).
3. Colaborar en el servicio de comunión. Las diaconisas y los diáconos disponen todo lo necesario para este servicio y se ocupan de que, una vez terminado, todo quede ordenado (ver manual de iglesia pp. 123, 124).
Antes de que comience el servicio de comunión, las diaconisas preparan la mesa de la comunión, incluyendo la preparación del pan y el vino, poniendo la mesa del rito, echando el vino, colocando los platos con los panes sin levadura y cubriendo la mesa con el mantel previsto para ese fin.
Las diaconisas colaboran en la ceremonia del lavamiento de los pies, auxiliando de manera especial a las damas visitantes y a los nuevos miembros de iglesia.
4. Atender a los enfermos y a los necesitados. Las diaconisas ayudan a los diáconos en el cuidado de los enfermos, los pobres y los necesitados
(ver manual de iglesia p. 72). 

5. Cuidar y mantener las propiedades de la iglesia. En las congregaciones donde el cuidado y mantenimiento de las propiedades de la iglesia no hayan sido asignados a una comisión de bienes inmuebles, los diáconos y las diaconisas asumirán dichas responsabilidades (ver nota 4, manual de iglesia p. 184).