“Los principios de la reforma pro salud se encuentran en la Palabra de Dios” (El ministerio médico, p. 343).
“Deseamos presentar la temperancia y la reforma pro salud desde un punto de vista bíblico […]” (Mensajes selectos, p. 325).
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. 3ª Juan 1:2.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1ª Corintios 6:19, 20.
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. 1ª Corintios 3:16, 17).
¿Que es la Reforma Pro-Salud?
La Reforma Pro Salud es un verdadero estilo de vida, porque nos enseña a como vivir sanos y ser felices. Nos libera del consumismo, de los vicios, de las supersticiones y del fanatismo. Aprenderá los principios de salud y las normas de vida sana basadas en la Ley Natural que Dios nuestro creador nos ha dado.
El Objetivo de la Reforma Pro-Salud
“Téngase siempre presente que el gran objeto de la reforma higiénica es asegurar el más alto desarrollo posible de la mente, el alma y el cuerpo. Todas las leyes de la naturaleza -que son las leyes de Dios- han sido ideadas para nuestro bien. Su obediencia promoverá nuestra felicidad en esta vida, y nos ayudará a prepararnos para la vida futura”. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio pág. 24
La ley natural que Dios nos ha dejado consta de ocho factores que ayudan a mantener una vida saludable e incluso a curar muchas enfermedades.
Agua.
Descanso.
Ejercicio.
Luz del sol.
Aire.
Nutrición adecuada.
Temperancia.
Esperanza.
“Hay muchas maneras de practicar el arte de sanar; pero hay una sola que el cielo aprueba. Los remedios de Dios son los simples agentes de la naturaleza, que no recargarán ni debilitarán el organismo por la fuerza de sus propiedades. El aire puro y el agua, el aseo y la debida alimentación, la pureza en la vida y una firme confianza en Dios, son remedios por cuya falta millares están muriendo; sin embargo, estos remedios están pasando de moda porque su uso hábil requiere trabajo que la gente no aprecia” (E.G. White, Joyas de los Testimonios, tomo 2, página 142).
La Reforma Pro-Salud puede rescatar a la gente de la enfermedad
El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu.
“El Señor me ha mostrado que muchísimos serán rescatados de la degeneración física, mental y moral mediante la influencia práctica de la reforma pro salud. Los principios de la reforma pro salud serán aceptados favorablemente y muchos abrirán sus entendimientos. Los resultados que se asocian a la reforma pro salud la recomendarán ante quienes buscan la luz, y así podrán avanzar paso a paso para recibir las verdades especiales para nuestro tiempo. De esa manera la verdad y la justicia se encontrarán.” ( Testimonios para la iglesia, 1. 6, pp. 378, 379)
“Nuestra felicidad está tan íntimamente relacionada con la salud, que no podemos gozar de aquélla sin que esta última sea buena. Para que podamos glorificar a Dios en nuestros cuerpos, necesitamos tener un conocimiento práctico de la ciencia de la vida humana. ¡Cuán pocas personas poseen un conocimiento adecuado acerca de las estructuras y las funciones de sus propios cuerpos y de las leyes naturales que los gobiernan! Muchos andan a la deriva sin ningún conocimiento, como un barco en alta mar sin brújula ni ancla; y lo que es peor, ni siquiera demuestran el menor interés en prevenir las enfermedades ni en cómo conservar sus cuerpos en una condición saludable” (Consejos sobre la salud, p. 38)
“Muchos han esperado que Dios los preservara de la enfermedad meramente porque le pidieron que lo hiciera. Pero Dios no escuchó sus oraciones, porque su fe no se perfeccionó por medio de las obras. Dios no obrará un milagro para preservar de la enfermedad a aquellos que no se cuidan a sí mismos, sino que están continuamente violando las leyes de la salud, y que no hacen ningún esfuerzo para prevenir la enfermedad. Cuando hacemos todo lo que está de nuestra parte para tener salud, entonces podemos esperar que sigan benditos resultados, y podremos pedir a Dios con fe que bendiga nuestros esfuerzos para la preservación de la salud. El entonces contestará nuestra oración, si su nombre puede ser glorificado por ello. Pero entiendan todos que tienen una obra que hacer. Dios no obrará de una manera milagrosa para preservar la salud de personas que están siguiendo una conducta que los lleva con seguridad a la enfermedad, por su descuido y falta de atención de las leyes de la salud.” (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, CRA 29.1)
Importancia de la Reforma Pro Salud para el evangelio
“Cuando instruís a la gente con respecto a los principios de la reforma pro salud, hacéis mucho para preparar el camino para la presentación de la verdad presente. Dijo mi guía: “Educad, educad, educad”. La mente debe ser iluminada, pues el entendimiento de la gente está entenebrecido. Satanás puede hallar acceso al alma por medio del apetito pervertido, para degradarla y destruirla” (El evangelismo, p. 375).
“La verdad presente tiene que ver con la obra de la reforma pro salud tan ciertamente como con los otros rasgos de la obra evangélica” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 85).
“Es el propósito del Señor que la influencia transformadora de la reforma pro salud sea una parte del último gran esfuerzo hecho para proclamar el mensaje del evangelio” (El ministerio médico, p. 343).
“Se me ha indicado que la obra que debe hacerse en relación con la reforma pro salud no debe demorarse. Por medio de esta obra alcanzaremos almas así en los caminos como en los vallados. Se me mostró muy especialmente que, por medio de nuestros sanatorios, muchas almas recibirán la verdad presente y la practicarán” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 536).
“La reforma debe presentarse de continuo a la gente, y por nuestro ejemplo debemos vigorizar nuestra enseñanza. La verdadera religión y las leyes de la salud se relacionan estrechamente. Es imposible trabajar para la salvación de hombres y mujeres sin presentarles la necesidad de romper con las complacencias pecaminosas que destruyen la salud, degradan el alma e impiden que la verdad divina impresione la mente. A hombres y mujeres debe enseñárseles a considerar cuidadosamente todo hábito y toda práctica, y a descartar inmediatamente todas las cosas que crean una condición malsana en el cuerpo y así ensombrecen la mente"Testimonios para la iglesia, 1. 7, p. 134
Enseñemos a la gente a vivir mejor y preparemoslos para el entendimiento de la verdad
“Necesitáis una mente clara para pensar según el orden de Dios” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 391).
“La mente rige al hombre entero. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en la mente” (La educación cristiana, p. 292).
“Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter excelso de la verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente las cosas eternas. Si seguís una conducta equivocada y erróneos hábitos de comer, y por ello debilitáis las facultades intelectuales, no estimáis la salvación y la vida eterna” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 196).
“Todos los que profesan ser seguidores de Jesús debieran considerar que tienen el deber de preservar su cuerpo en el mejor estado de salud, para que su mente pueda estar clara para comprender las cosas celestiales. Es necesario controlar la mente porque tiene una influencia muy poderosa sobre la salud” (Consejos sobre la salud, p. 94).